Por Sebastián García Díaz
Durante años enfrentamos a ladrones actuando solos o en muy pequeñas bandas sin
coordinación. Cada provincia era una realidad aislada, salvo por alguna
circulación del material robado.
Como la complejidad de los
delitos no superaba el robo a mano armada se buscó que la policía y la justicia
dieran una respuesta cuantitativa (más personal) aunque los recursos
tecnológicos fueran escasos y la capacidad de investigar casi nula. Los
gobernantes no creían necesario mayores sofisticaciones.
Pero la operatoria del narcotráfico
en Córdoba lo ha cambiado todo. Con su caja económica y su promesa de plata fácil
ha ido “disciplinando” a los delincuentes, integrándolos en una estructura de
mayor escala, recursos y más fácil conversión a dinero del fruto de los
delitos.